De la lluvia sabíamos lo que narraban los viajeros. La asociamos al sudor y a las lágrimas, como asociamos el mar con el arroyo de allá lejos.
Creíamos que la lluvia era una cosa triste, el cansancio o el dolor del cielo, y que el cielo sobre nosotros no sentía nada, por que no sudaba, no lloraba nunca. Entonces llegó el extranjero.
No entendimos su lengua, era áspera y profunda; venía del horizonte y parecía que aún no llegaba. Lo recibimos como se recibe a un desvalido, pero luego del primer descanso trabajó para ganar su pan; poco a poco aprendió nuestra idioma, nuestros usos, nuestras canciones. Sobre todo nuestras canciones. De día sus manos sangraban en el trabajo, de noche su voz sangraba en la música, como si le urgiera ser herida, hemorragia implacable.
Con arcilla construía grandes platos en las afueras, con un empeño que semejaba esperanza. Nadie sabía para qué. No preguntamos ni él lo dijo. Una noche vimos ascender un globo de fuego: lo elevó el extranjero, así supimos que era un brujo.
-haré que llueva- nos dijo.
Con desconfianza y respeto preguntamos cómo. Él nos hizo hervir en los grandes cuencos de arcilla agua del arrollo durante días y noches hasta que el cielo se cubrió de algodones, seguimos y el algodón se hizo gris, luego fue de luto y sonaron grandes tambores, y muchos creyeron oír en los tambores la voz incomprensible de dios. Entonces el extranjero prendió fuego en los cuencos, y elevó más globos ardientes.
El cielo se acercaba como una boca sombría a devorarnos. La voz creció y no fue sudor, no fue llanto: dios se desprendió en cien ángeles de cristal, en mil flores traslúcidas, el cielo bajaba al desierto y la tierra fue barro y supimos como en ese matrimonio tantas eras antes se creó la vida.
El extranjero sacó un cofre de plata, dejó que penetre una gota, y sonrió.
Toda la noche la lluvia siguió bailando, con la aurora un puente de luz unió la tierra y el cielo.
Ya nadie vio al extranjero, subió aquel puente, dicen, se fue cantando, llevando una gota de lluvia de un país donde no llueve.
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