17/2/12

Antropomancia



-En la eternidad todos los tiempos coexisten –contestó el Mago-, sólo las almas que habitan la eternidad pueden ver el futuro; pero ellos ignoran que es el futuro, para ellos es igual al pasado o al presente. Sin embargo, mi Rey, existe un modo de contestar tu pregunta…

Y siguiendo sus instrucciones criaron a un niño separado del pecado, lo alimentaron con miel y almendras, lo entrenaron para describir detalladamente las imágenes de sus sueños. A los siete años lo acostaron en una tina y lo cubrieron de un líquido oleaginoso que el mismo Mago había preparado; durante cuarenta días con sus noches permaneció sumergido en la tina con no más que la boca y las narices al aire, alimentado por sordomudos que eran sacrificados al concluir su tarea.

Al borde del alba del día cuarenta y uno vaciaron la tina, la piel y los músculos habían desaparecido, apenas quedaba un revoltijo de venas, huesos blandos y órganos viscosos; las junturas del cráneo comenzaron a separarse, el Mago sabía que disponían de poco tiempo, el niños cruzaría el umbral de los muertos de un momento a otro.

-¿Qué ves?- preguntó.

De la boca que había permanecido intacta surgieron lenta, impasiblemente unas débiles palabras, los cuatro escribas a su alrededor las anotaron escrupulosamente en tablillas que nadie leyó jamás.

-Obscuro… como si nunca hubiera existido la luz… todo es silencio… acechar… los hombres comen ratas, las ratas comen hombres… angonía… huelo sangre, tengo sangre seca en mis manos…

Siguió un grito que desgarró su garganta, estertores, chapoteos viscosos, y el cerebro se aplastó como si no quisiera otra cosa que abrazar la tierra.

-Al Rey no le gustará esto- comento alguien. Salieron a la calle, las últimas estrellas se apagaban, pero el Sol no salió.    


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