Claro que se sintió mal, se sintió horrible. No podía creerlo. Le tomó el pulso. De pronto creía sentirlo, luego caía en cuenta de que eran las yemas de sus dedos latiendo. No era real, no era real. Y la sangre. Pero no fue su culpa. Ella siempre fue tan impulsiva, ya decía que eso la mataría, pero en broma, y esto era en serio. ¿Y que podía hacer? ¿Llamar a una ambulancia? Ya estaba muerta. ¿Qué le diría a la policía? acabaría en la cárcel y al demonio con todo, reputación, vida, carrera... y todo fue por eso.
Cuando su madre supo que salía con... una puta (¿por qué negarlo?) se volvió loca. Lo esperó en el garaje, la vio emerger atrás del portón basculante, las piernas, las manos, el rostro deformado por la furia. Gritaba aún antes de que baje del auto. Trató de ignorarla, entró a la casa, ella comenzó a arrojarle los platos, esa vajilla finísima. Logró esquivarla hasta su cuarto. Llaveó la puerta mientras la escuchaba gritar: "o terminás con esa o te podés olvidar de la facultad, doctorcito"
Lo pensó toda la noche. Amaneció, escuchó a su madre arrancar el coche e ir al trabajo. Siguió pensando. 12 horas sin dormir, sin probar bocado. Discó su número, escuchó su voz y su primer reflejo fue colgar. Lo reprimió.
"Tenemos que hablar"
*
Giró en la calle 5º, contó dos cuadras "el 1º edificio a la derecha, 4º piso, departamento B". La conoció por esas señas. Tocó el timbre y al abrirse la puerta el olor a ajo frito lo envolvió como un sueño luego del frío de la calle.
Ella se apresuró en sacarle el saco mojado. Lo llevó al sofá mientras ponía la mesa y hablaba, hablaba, hablaba... Unas horas más la vería por primera vez tan callada. Un poco antes de arrojar su cadáver por el desagüe del arrollo.
*
Pero ahora estaba ahí. Blanca, desnuda, absurda sobre el frio metal de la mesa de autopsia.
Debió gritar, vomitar, sentirse mal, reprobar el curso, huir. Pero se quedó, lo asumió como un castigo, su penitencia.
Tomó notas de las heridas externas. Conocía cada cicatriz y su historia, como se cortó el codo, quien le rompió el labio, sabía la marca de cigarrillo con el que se había hecho esa quemadura. Y la mordedura.
- Porqué le sacaron los dientes? Le preguntó después de la película.
- Para que no reconozcan el cadáver, por los dientes se puede reconocer a alguien aunque sólo queden huesos, son como una marca única.
Y más tarde:
- Quiero que me dejes una tuya, una marca única.
Y ahí estaba. Anotó: cicatriz de mordida en el brazo izquierdo. Podría jurar que en ese momento sintió de vuelta la sangre en su boca. Y le dolió ahí donde ella le había dejado la suya.
Por último anotó el orificio de entrada de la bala. Ese pequeño pimpollo violáceo bajo su seno izquierdo, y sus senos seguían firmes y hermosos.
*
Un corte en T, limpio, higiénico. Extracción de las costillas. Todo en su lugar. En el estomago aún la cena.
- ¿No es tu comida favorita? Preguntó ella cuando puso los platos sobre la mesa. Él continuaba con el mismo rostro amargo.
Esa noche tenían planeado salir a bailar, estaban a dos cuadras del pub y él todavía no había dicho nada. Se detuvo. Estacionó a un costado. Silencio, un largo silencio. Luego se lo dijo. Por un instante pareció que hasta la lluvia se detuvo. Luego ella comenzó un largo, un lloroso monólogo. Él escuchaba todo como un murmullo sin sentido. Entonces ella sacó el arma que él guardaba en la guantera. Forcejearon. Se disparó. El tiro debió escucharse en las casas de alrededor. Los vecinos lo confundieron con un trueno, o no les interesó. La lluvia reinició con más fuerza.
*
Unos cortes más y ahí estaba el corazón. Ese corazón que había sido un volcán, que tantas veces creyó a punto de desbordarse, ahora detenido, frio, sólo un pedazo de carne deforme. Una vez le dijo que quería comerle el corazón, ahora la idea le dio asco. Las cosas habían cambiado un poco.
La bala había atravesado el ventrículo derecho, un pequeño agujero, lo dejó en el cubo de al lado, otro montón de tripas.
De pronto quería terminar e irse. Ya nada tenía sentido, uno podía ser la persona más ardiente del mundo y después de unos días terminar en un cubo, eso era la vida ¿Y entonces qué?
Faltaban los pulmones, cortó la membrana que los recubre, drenó el líquido pleural, los imaginó negros, recordó sus horrorosos cigarrillos, el sabor perpetuo a tabaco en su boca. Se detuvo. Estaban llenos de líquido, hinchados. La vio de pronto despertar bajo el agua, en el torrente hacia el arrollo, quizá en el arroyo.
- Habría apostado que fue la bala- dijo un compañero.
-Ya ve -contestó el profesor- Uno nunca puede estar seguro hasta que no termina el trabajo.
Anotó temblando: “causa de muerte: asfixia por inmersión”
- Es todo por hoy- dijo el profesor antes de salir.
Es todo.
"abría" es con hache "Habría" o de lo contrario estarás abriendo una puerta.
ResponderEliminarups. no lo vi. ya está corregido. gracias.
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