23/11/09

Roque Vallejos - Poemas del apocalipsis

"Porque no eres frío ni caliente 
te vomitaré de mi boca"
Apocalipsis de San Juan

TESTIMONIO
(Fragmento)

Y los cuatro jinetes
llegaron a mi pueblo
preñando con sus potros
la matriz de la tierra,
una tormenta roja
los escupió del cielo
y les quebró las alas
de demonios sedientos.


POEMA
                   A Betti Samaniego Leoz

Yo no quiero la paz,
quiero la aurora,
el crepitar del fuego
que me encienda
como pequeño sol
o luna calcinada
desde la piel
al hueso,
desde la tierra al cielo.

Pira de fuego blanco
y sin cenizas,
holocausto de pájaros
dormidos,
roja tortura
de una sangre hervida
para sellar las
grietas de otra herida


POEMA
                   A Francisco y Ricardo Mardones Restat

El polvo que rodando
se hará hombre
para iniciar de nuevo
su jornada
sin nacer otra vez,
rumbo a otro cielo,
desde su alta marea de ceniza.

Extraña fundación,
parto vacío, resucitado
sueño de la arcilla. Dios
consumido por el triste oficio
de ser la llama de su propia hoguera.


PARÁBOLA DE LA RESURRECCIÓN
                   A la llorada memoria de mi tío                   Livio Pérez Garay

Se ha apurado
inútilmente
desde el vacío cáliz de la carne,
se han sorteado en vano
las entrañas del hombre,
como vampiro inmenso
el cielo abres sus alas,
la tierra se desdobla
en dos maderos anchos.

Ya ha consumido el sol
su propio fuego, como un licor
para embriagar al mundo,
y en el oscuro alero de su sombra,
sólo el lampo del hombre.


Como un turbión de nubes
se despeña la figura de Dios
sobre el abismo,
mientras su luz rebota
desde el fondo
como espuma hasta el hombre.

Y se ha rasgado en dos
el velo de la muerte
en la hora novena,
y se ha borrado
el círculo del tiempo,
mientras la cruz vacía
se yergue sobre el mundo,
el hueso se reencarna
en la madera,
y fosforece.


POEMA DEL APOCALIPSIS

Yo los he visto resucitar
Y ser la luna,
Y alumbrar con sus ojos
Desde lejos,
Las alas las tenían
Combadas por el viento,
Y la piel más desnuda
Y arriada que nunca.

Sus huesos parecían
Un rosario de fuego,
Como lava filtraba
La sangre de sus venas,
Galopaban inmensos
Caballos amarillos,
El cielo era un circo
De nubes desbocadas.

Las bocas derretidas
Se negaban al beso,
Sin corazón los hombres
Parecían ausentes,
El musgo les servía
De oscura cabellera,
Y emergían serpientes
De sus poros baldíos.

Antorchas apagadas
Derretían la tierra,
La fiebre coagulaba
El agua de los mares,
Animales heráldicos
Trepaban los abismos,
Colgaba de las nubes
El hedor de la carne.

El tiempo era una flor
De pétalos ardientes,
La muerte un fruto ácido
En la llaga del ser,
El infierno soplaba
Con su llama tridente
Y un tatuaje dejaba
La pezuña de Dios.

La multitud seguía
Su féretro gigante,
Con el luto adherido
Como costra a la piel.
Era una mascarada
Donde los querubines
Sin mirada en los ojos
Vieron morir a Dios.


POEMA

Y no habrá sol
ni ojos que nos miren,
ni habrá mar
ni tierra
que nos traguen,
flotaremos callados
con las velas rasgadas,
sin rosa de los vientos,
ni marea en la sangre.

Y no llegaremos
nunca
a puerto alguno
ni anclaran
nuestros
pies
en piedra o en nube,
se gastarán las alas
batidas como remos
y zarpará la nada
hasta nuestro naufragio.


2 comentarios:

  1. Roque Vallejos fue dueño de una pluma envidiable...

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  2. Hola, estoy en México, pero no puedo conseguir algún libro de poesía de Vallejos. ¿Podrían informarme si están en venta desde Paraguay?
    Gracias

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