Fluorescentes blancos. Ventanas empañadas. Las luces
deformes a través del agua. Desconocidos de pie, sentados. La ropa empapada
exudando el vaho de un día cansino.
Largo mugido agónico, desdentado.
La
calle apenas un coche, un árbol, raudales surcados de basura. Noche: corazón
detenido en un relámpago
¿Adónde vamos?
Calles inundadas. Nadie baja, ni sube. El ómnibus
dará vueltas por la ciudad deshabitada hasta que muera el último de nosotros.
Tengo en las manos una foto tuya, pero tu rostro
mira a otra parte.
Te amo, pero moriré sin volver a ver tus ojos.
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