I
Se
abre el telón. Cámara negra. Una mujer de largo vestido grana
entra en escena. Se sienta en un banco. Parece estar cortándose las uñas con una tijera, pero enseguida se entiende que en verdad está cortándose los dedos. Sigue por las manos. Finalmente se corta la cabeza y la toma entre los brazos, se acerca al proscenio y enfrenta al
público.
II
Un
hombre recorre un laberinto, podrían ser los pasillos de una antigua
escuela, cárcel u hospital, pero es imposible deducirlo, toda la
estructura está derruida y destechada. Llega finalmente a un corredor sin salida. Veo entonces su rostro en primer plano, lo que sea que
está viendo lo aterroriza. Grita.
Afuera,
sus compañeros, preocupados por su tardanza, discuten si entrar o no
a buscarlo, uno de ellos finalmente se decide. Lo veo recorrer los
mismos pasillos -pero quizá no sean los mismos, porque todos se ven
iguales-, al final se encuentra también en un corredor sin salida y de
nuevo veo sólo el rostro desencajarse y gritar.
Los
dos compañeros que quedaron afuera están ansiosos. “Voy a ver
que pasa”, dice uno. “Yo no pienso entrar”, contesta el otro.
Se separan. Saben que no volverán a verse.
La
escena cambia, ahora los tres hombres que entraron al laberinto están
juntos en un prado verde, se lamentan porque el último de ellos no
se animó a entrar y esa era, ahora lo saben, la única salvación
posible.
III
Estoy
en un pasillo subterráneo, en la superficie se pelea una guerra.
Debo salir y me instalo en un camión con una ametralladora MG 34 y una cinta de municiones. Un camarada, señalando mi arma, dice "¿piensas
enfrentarte a todos con ese sonajero y un rosario?".
IV
Ceno
tomates, están llenos de gusanos, los saco y sigo comiendo.
V
Estaba
en el baño y me quedé dormido. Sueño que alguien está ahí y que
otro tipo atraviesa la puerta y se lo lleva.
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