6/2/13

Una rata


Vivo en un internado. Nuestro director ha muerto. La institución hace una feria con sus pertenencias y los alumnos podemos comprarlas con descuentos. Me interesan algunos pantalones y unos discos, pero me molesta que no tengan el precio marcado. Me siento contra el portón que da a la calle y pienso en cómo robarme los discos, pero alguien se adelanta y los compra, entonces veo una rata paseando en la vereda y pido a un transeúnte  que me la acerque.

*

Vemos una película en clase. El profesor pregunta cuál es la motivación del héroe. Contesta un compañero. El profesor hace de nuevo la pregunta y me señala. Doy la misma respuesta. El profesor quiere que diga otra cosa, que no copie la respuesta. Insisto en lo que dije y agrego “es lo que había pensado”. Discutimos, “¡digo la verdad, digo la verdad!”, repito, y entonces la rata cruza la sala de clases, “hasta la rata sabe que digo la verdad”, digo desesperado. La rata me mira y comienzo a salpicarla con agua mientras grito entre llantos “yo te bendigo, rata, jamás digas una mentira”. El profesor trata de alejarla con el pie, pero la rata es muy pequeña y el golpe la lastima. La encuentro luego de varias horas, yace casi sin pelo y respirando apenas, la levantarla su cabeza se separa del cuerpo, pero vive todavía.

Voy al dormitorio y me encuentro con el profesor. Me pregunta cómo está la rata, se ve afligido. “Es sólo una cabeza -contesto-, ahora se despide de sus seres queridos, en un momento subo a pisarla”, y mientras hablo me calzo unas botas militares.


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