El monasterio
El
monasterio se dedica a la transcripción y conservación de códices
y pergaminos. Su biblioteca es famosa por sus tomos de saber antiguo.
Corre el rumor de que los monjes permiten la entrada a herejes y
paganos y la iglesia de Roma envía una comitiva para sopesar la
posibilidad de cerrar el recinto.
En
el interrogatorio, los hombres del monasterio no niegan que la
entrada está abierta a quien desee unirse a la congregación,
“permitir que se acerquen a dios quienes no lo conocen es parte de
nuestra misión”, dicen, y aseguran que sólo los hermanos que
llevan más años enclaustrados tienen acceso a la biblioteca. Los
investigadores del Vaticano descubren sin embargo que algunos hombres
han participado de la vida del monasterio sólo para acceder a
los libros, y que una vez logrado su objetivo se han arrojado al río,
ofrendando su vida a sus viejos dioses por que les perdonen el pecado
de la vida cristiana a la que se entregaron para contemplar alguna
vez los manuscritos.
Rehenes
Un hombre ha tomado rehenes, la policía
y la prensa rodean el edificio. Los negociadores, un hombre y una
mujer, se intercambian a sí mismos por los secuestrados. El hombre
entonces muestra un detonador y amenaza con hacer explotar una bomba
en el importante edificio de negocios que está enfrente. No quiere
dinero, dice, sólo quiere descuartizar a una persona mientras todos
miran sin que nadie haga nada para salvarla. Va hacia la
mujer con su cuchillo, pero el otro negociador se arroja sobre él y
comienza a destriparlo con sus propias manos sin darle tiempo de volar el edificio.
Al día siguiente, el negociador recibe
un sobre por correo, adentro hay trozos de intestinos
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